Poco a poco se van colocando cada una en su lugar, como si fuera el día del estreno. Una jarra de agua de vidrio transparente y dos vasos reposan encima de la mesa. Detrás, en Juan Carlos Martel cruza las últimas palabras con el equipo que lo acompaña antes de empezar el ensayo. Se levanta. “Silencio, vamos paso a paso”. Las actrices se activan. Juan Carlos, el director, se sienta, coge una pila de hojas blancas, una pluma plateada con tinta negra y levanta la mirada. El ensayo ya está en marcha.
Barcelona es rica en obras de teatro, cada una con su peculiaridad, pero como Càsting Giulietta hay pocas. Hasta hace unos nuevo meses, siete de las nueve protagonistas que hay encima del escenario estaban jubiladas desde ya hacía bastantes años y la mayor parte de su tiempo lo pasaban en soledad a sus casas. Ahora, gracias a Càsting Giulietta, se han convertido en actrices profesionales a punto de estrenar una obra de teatro basada en sus propias vivencias amorosas.
Alícia Pueyo es una de las actrices y asegura que “es una obra muy bien pensada porque se sale de la normalidad”. Y es que el guion se ha hecho a partir de las experiencias reales de sus protagonistas. Por su parte, María Salvador, otra de las actrices, asegura que no está nada nerviosa para actuar ante centenares de personas, “quizás se la experiencia de la vida”, dice, pero la verdad del guion puede ser que también juegue un gran papel.
Una frase nueva, un movimiento nuevo. Una pequeña corrección, lo apuntan al guion y siguen con la función. Pequeños cambios para conseguir que la obra sea lo más perfecta posible el día del estreno, el 26 de septiembre, y que transmita aquello que tanto anhelamos como sociedad: la verdad y el amor. Parte de esta veracidad es la complicidad entre las actrices, desconocidas entre ellas hasta hace menos de un año y que ahora es evidente su amistad tanto ante cómo detrás del talón.
Llega el descanso y las actrices marchan al camerino, donde nueve sillas las esperan. Un ancho espejo decorado con estrellas llamadas Alicia Pueyo, Rosó Amades, Paquita Soler, Maria Dolores López, Genoveva Garriga, Mariona Mayolas y Maria Salvador les salvaguardan. Y de repente su relación que florece entre las cuatro paredes acaba de crear la galaxia perfecto de la amistad. Todas ellas son la prueba que nunca es tarde para hacer una verdadera amistad: “estaba muy hundida porque como no ando, me pasaba todo el día en casa, siempre haciendo lo mismo, estaba desesperada… y cuando empezamos con la obra, las conocí a ellas y todo ha cambiado”, afirma Mariona.
“Vivimos muy lejos las unas de las otras y es un problema, pero nos podemos ver una vez al mes y si una persona no puede ir sola, se la va a buscar. Nos repartimos el taxi”, dice Rosó toda convencida. Pero Genoveva no lo ve tan fácil: “todas estas amistades que ahora he hecho no las quiero perder, pero cuando se acaben las funciones no será el mismo, con esta edad…”. Paquita la anima: “nos veremos siempre, cada mes en casa de una”. Ninguna quiere abandonar la magia que han creado y lucharán porque esta nueva comunidad sea muy fuerte.
Este clima se rompe cuando Martel irrumpe en el camerino para anunciar que se retoma el ensayo. “Berenjena con queso”, rápidamente siente el olor de una de las meriendas del equipo y todo el mundo estalla a reír. Cada cual vuelve a su lugar para repasar la vida de las Giuliettas llevadas a la ficción, cinco de las cuales son personas mayores acompañadas por Amics de la Gent Gran. Este proyecto está siendo especial para el director, que confiesa que es “toda una experiencia personal y vital, porque uno intenta hacer aquello que tiene en la cabeza y esta vez ha sido superada por una realidad tan contundente y tan bonita que creo que es mucho mejor el resultado gracias a las personas que participan. Ha sido duro, bonito y enriquecedor”.
Ninguna de las siete actrices mayores, de 86 años de media, había actuado en el pasado, pero cualquiera lo diría viendo la serenidad y profesionalidad que las acompaña en todo momento. Esta experiencia está siendo “única” para ellas, como bien confirman. De hecho, sus palabras muestran incredulidad ante los últimos meses: “me gustaría saber cómo me han escogido a mí entre tantas personas y quiénes ha dicho, llamadla”, confiesa la Maria Dolores con una mirada iluminada.
De hecho, solo dos de las actrices son profesionales, las cuales ejercen de hilo conductor a la obra. A pesar de llevar años en el mundo de la interpretación, esta obra las hace salir de su zona de confort, puesto que no es habitual actuar con la verdad como guion. Esta experiencia para Àurea Màrquez, una de las actrices, está siendo todo un aprendizaje: “para mí ha sido una experiencia de vida pura, ellas son auténticas y esta autenticidad hace que mi autenticidad, que quizás en otra situación se vería en segundo término, también tenga que salir en primero”. En el ámbito personal, la vivencia sigue la misma línea: “no me he aburrido ni un minuto en todo el proceso, son muy habladoras, muy entregadas y se crea mucha complicidad con ellas”.
La autenticidad se ve claramente a lo largo del ensayo, la conexión entre las nueve llena la sala del Teatre Lliure tanto en los momentos que se repasa la obra como cuando se deja entrever la relación personal entre ellas, en los movimientos y las miradas que se cruzan. La veracidad es más que esto, es la realidad. Tan real que Paquita tiene entre las manos un libro en una de las escenas y lleva escondidas dos fotografías de su marido y ella: “cuando estamos allí, yo estoy leyendo, pero a ratos paso la hoja y así lo llevo conmigo. Fue el mejor marido”.
La realidad de Càsting Giulietta está demostrando tener un fuerte poder: “ha sido precioso ver cómo cada día estaban más guapas, una de ellas se cambió una muleta que llevaba por dos para poder ser autónoma en el escenario, otra se ha posado un audífono para poder oírlo todo, es emocionante ver cómo este proyecto ha hecho que todas estén mucho más jóvenes y mucho más guapas, les ha vuelto la vida”, explica Clara Manyós, una de las actrices profesionales, sentada en las butacas que en pocos días las verán actuar llenas.
La Maria Salvador corrobora sus palabras: “este proyecto me ha ido de maravilla, tengo ganas de vivir, ganas de hacer cosas, y estoy muy feliz con estas amigas y todas las personas, yo creo que me ha echado 20 años atrás, ganas de hacer cosas, buen humor”.
Existe un prejuicio hacia la gente mayor, se la ve como si fuera un grupo de personas que ya no tienen su lugar en la sociedad, y, como consecuencia, muchas veces se abandonan las relaciones. De hecho, Clara, que es la más joven con 30 años, al principio “estaba muy preocupada, pensaba: son gente mayor, como me relacionaré con ellas? Hasta que empezamos y de repente me di cuenta de que son personas, igual que yo, pero que tienen más años. Somos iguales, tenemos experiencias parecidas pero ellas tienen muchísimas más”. Clara está convencida que Càsting Giulietta es muy necesaria para romper el paternalismo hacia la gente mayor.
Ante cuatro espectadores, vuelven a ensayar la obra. Se les vuelve a iluminar la cara cuando explican su amor y una pequeña sonrisa y unos ojos brillantes se escapan de la cara de las personas que las escuchan. Se nota que Càsting Giulietta es más que una obra de teatro. Juan Carlos Martel se levanta de nuevo ante la mesa. “Hemos acabado por hoy, gracias a todas”. Cada actriz va a buscar su bolsa. Se cogen del brazo y cruzan el escenario dirección el ascensor. Un taxi las espera para llevarlas a casa. El Teatre Lliure las espera el día siguiente para seguir disfrutando de las experiencias de vida de siete mujeres que finalmente han encontrado un espacio donde ser escuchadas.