Tal y como se explicaba en la primera y segunda parte del artículo La soledad es cosa de todos/as, la soledad y el envejecimiento son fenómenos en constante cambio. A continuación presentamos las interacciones y factores que tienen más incidencia sobre el sentimiento de soledad entre las personas mayores, fruto de la investigación La soledad no deseada durante la vejez, un fenómeno complejo objeto de las políticas públicas del Observatorio de la Soledad, que se publicará en papel en el próximo cuaderno de la Fundación Grífols i Lucas.
Factores internos
En lo referente a la soledad no deseada, existen factores que tienen que ver única y exclusivamente con la persona/individuo y otros tienen un carácter más externo. Entre los factores internos están todos aquellos intrapersonales, es decir, aquellos factores que vertebrarán el sentimiento de soledad, ya que tienen que ver con la personalidad, carácter y circunstancias personales del individuo, como las expectativas personales, la voluntad y habilidades de la persona o las estrategias de afrontamiento.
Pero la soledad no deseada puede entenderse de forma multidimensional. Por este motivo, además es preciso explorar las relaciones sociales de la persona desde dos perspectivas complementarias: desde el punto de vista cuantitativo y grado de participación social (número de relaciones, frecuencia de contacto y actividades que realiza), y desde la seguridad emocional o sensación de confianza que estas relaciones u otras significativas le puedan proporcionar a la persona. Es importante entender que nos podemos sentir solos o solas estando acompañados; por lo que la soledad no únicamente tiene que ver con la cantidad de relaciones que uno tiene, sino en la calidad de estas.
La soledad no únicamente tiene que ver con la cantidad de relaciones que uno tiene, sino en la calidad de estas
Factores externos
Por otra parte, entre los factores más externos destacamos principalmente los eventos vitales que tienen que ver con el proceso de pérdidas, directamente relacionado con el ciclo de la vida (marcha de los hijos, muerte de amigos cercanos, etc.), pero también con un cambio de roles sociales relacionados fundamentalmente con el sentimiento de pertenencia (jubilación), y con la pérdida paulatina de capacidades funcionales.
Factores estructurales
Finalmente, destacamos todos aquellos factores estructurales, relacionados fundamentalmente con la orografía, accesibilidad o red de transporte, que pueden agravar el aislamiento de una persona y aumentar el riesgo de sentir soledad; y la existencia de servicios, programas y recursos para combatir la soledad.
Todos estos factores, están interrelacionados entre sí y pueden analizarse desde un prisma diferente, ya que provienen de diferentes esferas: individual, familiar, social/comunitaria y estructural. Cabe señalar no necesariamente el hecho de acumular más factores provocará un mayor sentimiento de soledad. A pesar de ello, y aunque resulte contradictorio, desde el punto de vista de la intervención, sí existe la necesidad de indagar en los factores que provocan el sentimiento de soledad. Uno de los retos actuales sería precisamente detectar y abordar la soledad del individuo en su complejidad y acompañarla durante todo su proceso, interviniendo en cada una de las esferas, a partir del desarrollo de las competencias de cada uno de los agentes responsables.
Elisa Sala Mozos – Observatorio de la Soledad