Salut Camps fue la primera gerente de la entidad y una de las personas fundadoras de Amigos de los Mayores. Con su carta compartimos un texto que recoge la esencia de aquellos primeros años.
En el año 1984, mientras yo cursaba COU en la escuela Sagrado Corazón (Diputación), nuestra maestra de francés, Tere Botey, monja del Sagrado Corazón, nos animó para hacer una estancia ese verano en Francia, con el doble objetivo de practicar el idioma y de hacer un voluntariado con una asociación francesa, Les petits frerès des Pauvres. Esta entidad, con una federación internacional presente en diferentes países, se ocupaba de personas mayores pobres que sufrían soledad a lo largo de todo el año, muy especialmente en verano, y pedían voluntarios para que esta gente mayor pudiera ser acompañada en unas vacaciones de verdad.
Así fue como conocí Les Petits Frerès des Pauvres, yendo al Château de Pothières con otros jóvenes franceses y europeos para formar parte del equipo de voluntarios de un grupo de personas mayores parisinas. Me enamoré inmediatamente del modo de actuar de la responsable del grupo, que nos transmitía en palabras, pero sobretodo en hechos, el espíritu de la asociación creada por un acomodado francés Armand Marquiset (en el año 1946.). Este espíritu se resume en el lema. «Dad las flores antes que el pan» significando esto la valía que tiene cada persona, el respeto a su dignidad, el buen trato y el amor que merece, sea cual sea su situación.
Esta entidad francesa había intentado crear una sede en España sin éxito, pero en 1987 encontró un entorno proclive aquí Cataluña. En aquel momento, se estaban desplegando la cartera de Servicios sociales y sanitarios con programas de la Generalitat como Vida en los Años y tanto desde el mundo político, los Consejeros de Bienestar Social (Sres. Nualart y Comas) , como de los profesionales que trabajaban (Ma Dulce Fontanals, Ignasi Torrent y otros muchos.) había interés en que esta entidad pudiera nacer en Barcelona. En este sentido, la Generalitat estaba dispuesta a contribuir con una pequeña subvención.
En aquel momento, Tere Botey que ya se había jubilado de la escuela pero que estaba trabajando en l’Hospitalet de Llobregat en temas de gente mayor (Los Viejos Amigos), me trucó para asistir a una reunión para analizar la posible arrancada de una sede de Petits Frères. Yo, desde el año 1984 en qué hice mis primeras vacaciones voluntarias en Francia había repetido esta experiencia consecutivamente cada verano, por lo tanto ya llevaba 4 veranos con les Petits Frères.
¡Qué ilusión y qué respeto que hubieran pensado en mi para ayudar a arrancar esta entidad!
A partir de aquí los orígenes vinieron marcados por los hechos siguientes:
- El Petits Frères des Pauvres de França, representados por dos voluntarios entrañables Jacques Breneur y Georges Vaissade, venían frecuentemente para dar soporte, económico y profesional, para poder iniciar la asociación. Yo me desplacé hacia París para hacer una estancia y conocer de cerca como desarrollaban los diferentes programas que hacían durante el año. Quedé bien azorada por el tamaño que tenían, por el volumen de recursos y voluntarios que movían y sobre todo, por la gran cantidad de diferentes proyectos que hacían para la gente gran.
- El soporte de la Generalitat de Catalunya y de muchos profesionales que con su tiempo y su profesionalidad pusieron todos sus esfuerzos para que naciera la entidad.
- Su nueva fundadora Tere Botey y los Vells Amics d’Hospitalet que firmaron el acta constitucional de la asociación, entre otras acciones voluntarias.
- La comunidad francesa que vivía en Barcelona, conocedores de Petits Frères des Pauvres, que apoyaron con dinero y tiempo que Amigos de los Mayores pudieran iniciarse.
- La buena gente voluntaria, amigos de las familias implicadas, amigos de amigos, conocidos que “se dejaron liar” aportando su tiempo para lo que hiciera falta; secretariado, atención telefónica, hacer trámites, coordinar los primeros voluntarios, atender el teléfono…
En la entidad, todo estaba por crear, desde los temas jurídicos hasta encontrar gente mayor para las visitas de seguimiento. Hace treinta años el voluntariado no era tan conocido ni organizado como ahora y se le atribuían características de beneficencia y caridad poco “profesionales” y por lo tanto, los trabajadores sociales no nos facilitaban domicilios de personas mayores a visitar, pero finalmente, conseguimos que una trabajadora social del Club dels Camils del barrio de Sant Pere nos ofreciera una posible mujer que ya no podía asistir en el Club y que vivía en la calle Rec Comtal, la Sra. Ros, y ella fue la primera persona mayor de seguimiento.
Poco a poco se iba incrementando el grupo de personas mayores de seguimiento a la vez que íbamos creando los diferentes programas (escucha un amigo, soportes puntuales, meriendas…) y buscando voluntarios para llevarlos a cabo. Las primeras juntas directivas eran entusiastas, comprometidas y valientes. Además, se añadía mi enamoramiento del espíritu “petit frère”, mi ilusión, la creencia ciega en la entidad y mi “inconsciencia de juventud” (tenía 20 años) que me ayudaba a no tener vergüenza para subirme al altar de una iglesia después de la celebración litúrgica para pedir voluntarios o para hablar en la radio para conseguir regalos para la campaña de Navidad.
Y así, ese primer año 1987, ya pudimos hacer la Cena de Navidad en el comedor del colegio Sagrado Corazón de Diputación, la fiesta de primavera en el patio del colegio del Sagrado Corazón de Sarrià, las primeras vacaciones catalanofrancesas en el Chateau du Saumont en Toulouse. Las personas mayores que participaban estaban bien contentas y muy consentidas… seguro que como los que ahora tienen la suerte de pertenecer a la Fundación porque, de hecho, las flores antes que el pan, es amor hacia las personas mayores y el amor es un valor, el valor que no ha cambiado en estos 30 años de existencia de los Amigos de los Mayores.
De esta primera etapa en mi corazón queda AGRADECIMIENTO. Gracias a los primeros voluntarios, a las primera juntas directivas, a los primeros donantes, a los primeros profesionales… por la confianza, el tiempo que dedicaron, el entusiasmo, la ilusión, el compromiso y la comprensión del motor que nos movió a arrancar y que tan humanamente como profesionalmente, en mayor parte, dieron forma a quien soy hoy en día.
¡Dad las flores antes que el pan!
Salut Camps
Mayo de 2017