Entrevistamos a Juanjo Mulero, fundador y presidente de la Fundación Salud y Persona, para hablar sobre personas mayores, salud y soledad, así como del impacto de la COVID en la salud emocional, y para conocer sus recomendaciones a la hora de mantener el bienestar psicológico, entre otros temas de interés. La Fundación Salud y Persona trabaja para mejorar la calidad de vida de las personas mayores que sufren soledad no deseada o abandono social, además de ofrecer servicios a las empresas que necesitan ofrecer atención emocional sus clientes y/o empleados.
Según la OMS, la salud es un estado de completo bienestar físico, emocional y social. ¿Crees que en los últimos años se ha avanzado en la sensibilización de la sociedad sobre la importancia de cuidar el aspecto social de esta ecuación?
Hasta antes de la pandemia en la definición de la OMS, al menos en nuestro entorno social, no se cumplían dos de sus tres variables; la salud emocional y la salud social. La pandemia ha puesto sobre la mesa la necesidad de cuidar nuestra salud emocional. El confinamiento, las duras medidas sociales y económicas que se han tomado para paliar el impacto de la pandemia y el convivir las 24 h del día con información de los estragos que estaba causando el virus, ha traído consigo que se incrementen en gran medida trastornos como la ansiedad, el estrés y la depresión. Ahora todos somos conscientes de que debemos cuidar nuestra salud emocional y psicológica. En cuanto a la salud social, creo que no se ha avanzado de la misma forma. Es de agradecer que existan entidades como Amigos de los Mayores que se esfuerzan en proteger a las personas mayores, pero hasta que las entidades públicas, y también las privadas, no se decidan a actuar con contundencia, seguiremos viendo imágenes de personas mayores que sufren sin que nadie sea sensible a su dolor.
Desde la Fundación Salud y Persona colaboráis con Amigos de los Mayores desde 2016, tiempo durante el cual habéis ofrecido apoyo emocional y atención psicológica a personas mayores que sufren soledad no deseada a través del programa “Llamadas Amigas”. ¿Cuáles son las casuísticas más habituales? ¿Han variado las necesidades de las personas mayores a raíz de la llegada de la COVID-19?
La Fundación Salud y Persona inició su andadura en el año 2016 y desde el primer momento iniciamos la colaboración con Amigos de los Mayores. Fue la primera entidad social con la que empezamos a colaborar. En aquellos momentos, y dada nuestra poca disponibilidad económica, nuestra colaboración consistió en dar apoyo psicológico telefónico a sus empleados y voluntarios, un servicio que aún está operativo. Después participamos conjuntamente en el programa que lanzó DKV durante la pandemia, “Ningún mayor solo”, y dedicamos un equipo de psicólogos a atender a las personas mayores que precisaban ayuda emocional o psicológica. En estos momentos colaboramos con el programa “Llamadas Amigas”, impulsado por la fundación Amigos de los Mayores. El año pasado ya pudimos empezar a colaborar también económicamente, y nuestra intención es seguir manteniendo esa ayuda.
Durante la pandemia no hemos dejado de escuchar que las personas más vulnerables ante esta situación son las personas mayores, han estado siempre en el foco. ¿Cómo crees que se ha tratado esta situación desde los medios de comunicación? ¿Consideras que se ha incurrido en edadismo? ¿Cómo ha podido afectar al estado emocional de las personas mayores?
Sí, el colectivo de las personas mayores ha sido el más afectado en todos los sentidos, solo hay que ver la ratio de fallecidos por grupos de edad. En cuanto al edadismo, hay que recordar que la esperanza de vida en España era en el 2018 de 83,4 años. Aunque la pandemia la ha frenado, volverá a remontar y pronto se alcanzarán los 90 años o más. ¿Qué sentido tiene considerar “mayor” a una persona de 65 años cuando le queda casi un tercio de vida por delante? Ese es un ejemplo claro del desenfoque que existe con el tema de la edad. Si a esto le unimos ese edadismo irrespetuoso y discriminante que impregna la sociedad, nos lleva a pensar que hacerse mayor en nuestra sociedad no es tarea fácil. Los medios de comunicación tienen mucho que hacer y mucho que decir para ayudar a cambiar esta visión que tiene la sociedad de que hacerse mayor no es una abdicación de la vida, y que no aprovechar la experiencia de las personas mayores es un derroche, una solemne estupidez.
En estos meses hemos oído algunas recomendaciones para cuidarnos a nivel emocional, por ejemplo, evitar la sobreexposición a las noticias relacionadas con la COVID-19, o – durante los meses de confinamiento – hacer lo posible por estar en contacto con nuestro entorno directo a través del teléfono. ¿Qué consejos pueden seguir las personas mayores para evitar llegar al límite?
Poco a poco iremos volviendo a una cierta normalidad y las personas mayores deben hacer un esfuerzo para volver a sus hábitos de siempre. Desde nuestra fundación recomendamos tres reglas básicas para que las personas mayores empiecen a sentirse bien: la primera es cuidarse físicamente; asearse cada día, vestirse, incluso procurar sentirse guapas y guapos. La segunda regla sería socializar, ya sea con la familia, amigos, voluntarios… que vuelvan a visitar en cuanto sea posible casales y centros donde acudían de forma regular; y, por último, que realicen actividades intelectuales, o que les mantengan la mente ocupada: juegos de mesa, lectura, charlar, pintar, etc. Y, por supuesto, que vuelvan a recibir el calor humano de sus voluntarios.
La pandemia ha provocado situaciones de estrés, angustia y depresión en muchas personas que no se habían sentido así con anterioridad. También hemos visto como los medios de comunicación se han fijado en la importancia de cuidar el bienestar emocional y psicológico. ¿Crees que a partir de ahora será más fácil defender la necesidad de prevenir y atender las problemáticas relacionadas con la esfera emocional? ¿Se hablará con más normalidad de ir al psicólogo/a?
Como decía al principio, una de las pocas cosas positivas de esta pandemia ha sido la de concienciarnos de la necesidad de cuidar nuestro bienestar emocional y psicológico. En la Fundación Salud y Persona lo estamos constatando diariamente ya que nos dedicamos justamente a atender la salud emocional y psicológica de las personas. Antes de la pandemia nadie hablaba de sus problemas emocionales o psicológicos. Hoy día todos hemos vivido directamente, o en casos cercanos, situaciones en las que nuestra salud psicológica se ha visto afectada: pérdida de personas queridas, hospitalizaciones, secuelas, confinamiento, temor al contagio, falta de contacto con nuestros familiares y amigos, etc. En definitiva, todos nos hemos visto afectados por la pandemia y se han disparado los casos de ansiedad, estrés, depresión, etc. Por fin hemos entendido que no basta con cuidar nuestra salud física. Para sentirnos realmente bien debemos cuidar también nuestra salud psicológica. Sin duda, ha habido un antes y un después en la normalización de la salud psicológica.
El 41% de las personas mayores manifiesta un aumento de su sentimiento de soledad durante la pandemia, y hasta un 59% se ha sentido más vulnerable, según el informe «El impacto de la COVID-19 en el sentimiento de soledad no deseada de las personas mayores” realizado por el Observatorio de la Soledad. ¿Se ha hablado suficiente sobre los problemas psicológicos derivados de la COVID-19? ¿Cómo valoráis la reacción de las autoridades públicas? ¿Se han destinado recursos a paliar la situación?
En nuestro país la salud psicológica sigue siendo una asignatura pendiente. Principalmente, porque no había conciencia clara de la necesidad de atenderla. La pandemia ha puesto esta realidad en entredicho, y pienso que las administraciones publicas irán poniendo cada vez más medios para solucionar esta gran carencia sanitaria. En cualquier caso, el mundo empresarial ya ha empezado a actuar, y cada vez son más las empresas que atienden la salud psicológica de sus empleados y de sus clientes. En estos momentos, desde la Fundación Salud y Persona ya estamos dando cobertura a más de tres millones de personas entre empleados y clientes de nuestras empresas clientes.
El confinamiento ha llevado a muchas personas a sentir por primera vez, o de forma más acusada, soledad no deseada. ¿Qué podemos aprender como sociedad de esta experiencia? ¿Cómo afectará al ámbito de la lucha contra la soledad en el futuro?
En estudios realizados por muchas entidades se ha constatado que el mayor temor de las personas mayores es el de la soledad no deseada. Una soledad que esta pandemia ha agravado de una forma terrible para las personas mayores. Desde mi punto de vista, debemos combinar acompañamiento y utilización de las nuevas tecnologías para luchar contra la soledad y evitar que nuestros mayores vuelvan a pasar por una situación tan terrible como la que han vivido.
Por otro lado, esta pandemia ha puesto las cosas en su sitio. De una forma dramática, nos ha hecho constatar la vulnerabilidad del ser humano. Un simple virus ha puesto en jaque a todo el planeta. La lectura positiva es que la humanidad ha sabido alinearse para encontrar una rápida solución como las vacunas que se han desarrollado en tiempo récord. Y la conclusión es que los grandes problemas de la sociedad tendrían solución si todo el mundo se alinease para resolverlos.
Carla Cisneros, psicóloga de la Fundación Salud y Persona