De las cuatro acepciones que nos ofrece el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española sobre la vejez, tres son edadistas, dejando así que los estereotipos negativos definan la última etapa de nuestra vida.
En esta situación, es fácil tirar balones fuera y reducirlo a que se trata de una simple definición, pero el impacto del lenguaje es mayor de lo que pensamos. Por eso, como nos hablan y como hablamos al resto acaba conformando nuestra realidad. No revisar esta definición perpetúa un sistema social en el que las personas mayores sufren desigualdad.
Estereotipos de la vejez por la discriminación de la RAE
Esta definición de vejez nos hace encontrar ejemplos que manifiestan la preocupación, el rechazo o incluso el miedo a envejecer que apreciamos en la sociedad. Algunos de los estereotipos asociados a esta etapa son:
La vejez es sinónimo de fealdad
y por eso está tan normalizado el uso de tratamientos para contrarrestar los efectos de la edad. Por ejemplo, tenemos las cremas antiarrugas, los tintes para cubrir las canas e incluso la cirugía estética.
La vejez es sinónimo de enfermedad
y asociar envejecimiento con “achaques” o enfermedades está muy normalizado, así como pensar que las personas mayores enferman con mucha facilidad, que abusan del sistema sanitario o que se automedican con regularidad.
La vejez es sinónimo de molestia y queja
por lo que se identifica a las personas mayores como cascarrabias. Además, muchas personas mayores se refieren a sí mismas como un estorbo o dejan de pedir ayuda para no molestar entre su entorno cercano.
La vejez es sinónimo de dependencia
para muchas personas envejecer supone perder toda autonomía y debilitarse, por lo que es habitual infantilizar a las personas mayores e impedir que tomen sus propias decisiones.
La vejez es sinónimo de terquedad
“cuanto más mayor, más cabezota” o “siendo tan mayor ya no la vas a cambiar” son expresiones muy repetidas, pero falsas, pues las personas mayores no solo pueden adaptarse a los cambios, sino que muchas de ellas disfrutan de aprender y experimentar situaciones nuevas.
Estos son solo los estereotipos y ejemplos más frecuentes que vivimos y que la RAE con su definición institucionaliza, pero hay comportamientos y actitudes mucho más sutiles que tienen un gran impacto en la calidad de vida de las personas mayores. El edadismo es la tercera causa de discriminación en el mundo, según la OMS, y pensamos que ya es hora de hacernos cargo de la situación y empezar a construir una sociedad en la que las personas mayores y el envejecimiento obtengan el respeto que se merecen.