La verdad y el amor están de estreno

“Hace unos 50 años que no veo Paquita y hoy la he venido a ver actuar”, dice una mujer mientras mira las fotografías de la exposición de la entrada del Teatre Lliure. Está acompañada de dos mujeres, las cuales van poniendo nombre a las Giuliettas a medida que las ven retratadas en alguna de las 80 fotografías. “Esto es de cuando trabajaban. Qué guapas están”, sentencia una de ellas.

El jueves 26 de septiembre, las Giuliettas dieron el pistoletazo de salida de la temporada 2019-2020 del Teatre Lliure con la obra Càsting Giulietta. La sala recibió las actrices llena y con personas de todas las edades. Había bastante gente mayor: quizás la función es la excusa perfecta para salir de casa, quizás el proyecto no solo ha dado mucha vida a las actrices, como ellas mismas confiesan, sino que también está suponiendo un granito de arena para que más personas mayores salgan de casa. Quizás la nueva adaptación de Shakespeare es más antídoto contra la soledad de lo que se pensaba.

Tanto estas personas mayores como las que se sientan a su alrededor callan y guardan los móviles cuando cae la oscuridad y unas luces tenues que iluminan el escenario lentamente dejan entender que empieza la obra. Desde el primer instante quedan atrapadas en las palabras de Àurea y Clara, y los toques de humor rápidamente llegan. La alegría se mezcla con la tristeza y la admiración cuando las mujeres mayores explican sus historias amorosas reales. Ellas son el aprecio y la superación en persona. A lo largo de la hora y veinte que dura la obra, las actrices crean una montaña rusa emocional muy palpable en el ambiente. Cada una deja un mensaje que queda clavado en el espectador o espectadora, sus enseñanzas de vida hacen que nadie se vaya igual de la sala y que el amor de todo tipo sea todavía más intenso.

Ellas también viven profundamente los sentimientos que transmiten, hasta el punto de que se les llegan a caer las lágrimas en algunos de los momentos más emocionales de sus relatos. Unos minutos después de la obra, los sentimientos se giran por completo y Maria y Paquita dejan claro que “ahora no nos podéis parar; si tenéis más proyectos así, llamadnos. Si no hay, ¡ahora tendremos que crearlos!”.

Paquita, sentada en una mesa del bar del Teatre Lliure, explica mientras toma leche con cacao que envió cartas a varias personas para animarlas a ir a ver la obra. Mientras cuenta cómo fue el proceso, mira a la mujer que hacía menos de dos horas estaba observando una fotografía suya y confesando que hacía 50 años que no se veían, y deja escapar una sonrisa sincera. El amor va más allá del escenario de verdad.

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